La decisión sin precedentes de reabrir 36 centros de votación tras colapsos técnicos en las elecciones del 29 de marzo expone tanto las vulnerabilidades como los mecanismos de resiliencia democrática de Namibia, considerado hasta ahora un modelo de estabilidad en la región.
El detonante
A las 15:47 del día electoral, el sistema biométrico comenzó a fallar masivamente en Windhoek y otras tres regiones clave. Testigos reportaron:
- Máquinas de votación rechazando credenciales válidas
- Padrones desactualizados que excluían a votantes registrados
- Centros completando votos manualmente con formularios de emergencia
La respuesta crítica
El presidente del Consejo Electoral, Elías Nangolo, tomó la polémica decisión de extender el proceso aplicando por primera vez el artículo 78 de la ley electoral, normalmente reservado para desastres naturales. La medida:
- Reactivó 36 centros estratégicos por 48 horas
- Movilizó técnicos sudafricanos para auditoría urgente
- Generó protestas de partidos opositores que denuncian «oportunismo del SWAPO»
Contexto regional
Mientras la SADC envía 15 observadores adicionales, analistas señalan que este episodio:
- Refleja problemas endémicos en sistemas electorales africanos
- Demuestra capacidad institucional para corregir crisis
- Ocurre en momento delicado tras golpes de estado en la región
Lo que viene
Con resultados demorados hasta el 5 de abril, Namibia escribe un nuevo capítulo en su historia democrática que podría convertirse en caso de estudio para el continente. Como advierte el politólogo William Gumede: «Aquí no se trata solo de máquinas que fallan, sino de cómo las democracias maduras convierten los fracasos técnicos en victorias de credibilidad».
Mientras las urnas viajan bajo custodia militar para el recuento final, Namibia enseña que la verdadera calidad democrática se mide no por la ausencia de problemas, sino por la transparencia en resolverlos. Una lección que resuena en toda África.