Burkina Faso, Malí y Níger exigen respeto a su soberanía ante abusos de empresas chinas, marcando un nuevo rumbo en sus relaciones exteriores.
En los últimos años, los países del Sahel —Burkina Faso, Malí y Níger— han ganado atención internacional tras romper con la influencia militar francesa y proclamar una nueva era de soberanía nacional. A raíz de los golpes de Estado apoyados por parte de la población, estos tres países, hoy unidos bajo la Alianza de Estados del Sahel (AES), han buscado aliados que respeten su independencia y compartan su visión de desarrollo. China se presentó como uno de esos socios estratégicos… pero las cosas parecen estar cambiando.
China y el Sahel: de aliados estratégicos a diferencias visibles
Desde hospitales modernos construidos en Burkina Faso hasta acuerdos millonarios en el sector petrolero y minero en Níger, la relación entre China y los países del AES ha sido fuerte. Malí, por ejemplo, firmó un acuerdo con Pekín para elevar su colaboración al nivel de asociación estratégica. Esta relación se ha visto como un giro hacia el Este, alejándose de la influencia occidental que por años dominó la región.
Pero, como todo en política internacional, los intereses no siempre coinciden.
En fechas recientes, Níger expulsó a ejecutivos de una empresa petrolera china y revocó la licencia de un hotel vinculado a inversores del mismo país. Además, tanto Malí como Níger han empezado a regular de manera más estricta las actividades de las empresas mineras y petroleras chinas, exigiendo respeto a las leyes locales y condiciones laborales dignas.
¿Qué está reclamando la AES?
Los líderes de la Alianza han sido claros: no están en contra de China ni de ningún país en particular, pero no permitirán que se viole su soberanía. Las decisiones recientes responden a casos específicos de empresas chinas que, según las autoridades, actuaron sin respetar normas ambientales, laborales o administrativas.
Se trata, en otras palabras, de una reafirmación del principio que ha guiado a estos nuevos gobiernos: «colaboramos con quien nos respeta». Ya no se aceptan inversiones a cualquier precio. La AES está dispuesta a abrir sus puertas, pero bajo sus propias condiciones.
¿Qué lecciones hay para Guinea Ecuatorial?
En Guinea Ecuatorial, donde también existen fuertes vínculos con China, este episodio ofrece una lección importante: la soberanía no se negocia. Podemos aprender del ejemplo del Sahel que, si bien la inversión extranjera es clave para el desarrollo, no debe venir a costa de los derechos del pueblo ni de los recursos nacionales.
Los países africanos están empezando a hablar con una sola voz. Ya no se trata solo de recibir ayuda o firmar contratos, sino de construir alianzas equilibradas donde se respete la dignidad de nuestras naciones.
El caso de la AES y China no es una ruptura total, pero sí un mensaje: África ya no quiere relaciones desiguales. Quiere socios, no patrones.