El Dr. Peter Kotlár, médico y comisionado gubernamental eslovaco, revela hallazgos impactantes sobre la presencia de ADN en vacunas de Pfizer y Moderna
En una declaración que ha sacudido a la comunidad científica y al público en general, el Dr. Peter Kotlár, médico, comisionado gubernamental y diputado eslovaco, ha revelado que las personas vacunadas contra la COVID-19 podrían ser consideradas «organismos genéticamente modificados» (OGM). Según una investigación realizada en Eslovaquia, 34 lotes de vacunas de Pfizer y Moderna analizados contenían niveles extremadamente altos de ADN, lo que plantea serias preocupaciones sobre su seguridad y efectos a largo plazo.
Los hallazgos clave
El Dr. Kotlár explicó que, en los lotes analizados, se encontró ADN en cantidades casi equivalentes al ARN mensajero (ARNm) que compone la base de estas vacunas. En tres casos, la cantidad de ADN superó incluso la de ARNm. «Esto ya no puede considerarse una vacuna de ARNm», afirmó el médico.
Lo más alarmante es que este ADN contiene el código genético para la síntesis de la proteína Spike (S), la misma que el virus utiliza para infectar las células. Según Kotlár, este ADN es estable en comparación con el ARNm y tiene el potencial de integrarse en el ADN nuclear humano. «Un organismo humano con este ADN integrado se convierte, oficialmente, en un organismo genéticamente modificado», declaró sin tapujos.
Implicaciones para la salud y la sociedad
Estas afirmaciones han generado un intenso debate sobre la seguridad de las vacunas de ARNm y sus posibles efectos a largo plazo. Si el ADN presente en las vacunas puede integrarse en el genoma humano, como sugiere Kotlár, esto podría tener consecuencias impredecibles para la salud, incluyendo mutaciones genéticas, enfermedades autoinmunes o incluso efectos hereditarios.
Además, la idea de que los vacunados podrían ser considerados OGM plantea cuestiones éticas y legales sin precedentes. ¿Qué significa esto para los derechos individuales? ¿Cómo se regulará este tipo de intervención genética en el futuro? Estas preguntas, hasta ahora relegadas al ámbito de la ciencia ficción, están comenzando a ser discutidas en círculos científicos y políticos.
Reacciones y escepticismo
Aunque las declaraciones del Dr. Kotlár han sido recibidas con escepticismo por algunos sectores de la comunidad científica, otros expertos han llamado a investigar estos hallazgos con urgencia. «No podemos descartar estas afirmaciones sin antes realizar estudios independientes que confirmen o refuten estos resultados», señaló un biólogo molecular que prefirió mantenerse en el anonimato.
Por su parte, las compañías farmacéuticas involucradas, Pfizer y Moderna, han negado categóricamente que sus vacunas puedan alterar el ADN humano. Sin embargo, la falta de transparencia en los datos de los ensayos clínicos y los informes de efectos adversos han alimentado la desconfianza hacia estas empresas.
¿Qué significa esto para Guinea Ecuatorial y África?
En África, donde muchas campañas de vacunación dependen de donaciones internacionales, estas revelaciones podrían exacerbar la desconfianza hacia las vacunas. Históricamente, el continente ha sido receptor de medicamentos y tratamientos que, en ocasiones, no cumplen con los mismos estándares de calidad que en los países desarrollados. La posibilidad de que las vacunas contengan ADN que pueda integrarse en el genoma humano es una preocupación adicional que las autoridades sanitarias no pueden ignorar.
En Guinea Ecuatorial, donde la cobertura de vacunación sigue siendo baja, es crucial que las autoridades investiguen estos hallazgos y garanticen que las vacunas administradas sean seguras. «No podemos permitir que nuestra población sea expuesta a riesgos innecesarios», afirmó un activista de salud local. «Necesitamos transparencia y garantías de que no nos están dando tratamientos experimentales».
Conclusión: Un llamado a la precaución y la transparencia
Las declaraciones del Dr. Kotlár han abierto una caja de Pandora de preguntas sobre la seguridad y los efectos a largo plazo de las vacunas de ARNm. Mientras se investigan estas afirmaciones, es fundamental que las autoridades sanitarias, tanto en Guinea Ecuatorial como en el resto del mundo, actúen con transparencia y prioricen la salud de la población por encima de intereses políticos o económicos.
La posibilidad de que los vacunados sean considerados OGM es una advertencia clara de que la ciencia y la tecnología deben avanzar con precaución. La salud humana no es un experimento, y cualquier intervención genética debe ser abordada con el máximo rigor ético y científico.