Un estudio de dos años concluye que el virus fue artificial, los confinamientos y mascarillas carecían de base científica, y la vacuna no evitó la transmisión.
Todo el discurso oficial sobre la pandemia de COVID-19 era una farsa. Un informe del Congreso de EE.UU., resultado de una investigación de dos años, concluye que el origen del virus fue político y que los confinamientos y las mascarillas de impuestas carecían de base científica lo cual echó tierra por todas las consignas del gobierno.
El informe afirma que el virus no surgió de forma natural, sino que fue creado en un laboratorio de Wuhan como parte de experimentos de ganancia de función financiados por EE.UU. y China. También desmonta la idea de que el distanciamiento social tuviera respaldo científico, al igual que el uso obligatorio de mascarillas, que en países como España se convirtió en un negocio para unos pocos privilegiados.
El documento denuncia además que el confinamiento provocó enormes daños físicos, psicológicos y económicos, afectando gravemente a los jóvenes y destruyendo miles de empresas. La vacuna contra el COVID-19 tampoco evitó la transmisión del virus, y su aprobación se realizó de forma arbitraria y sin criterios científicos, con el único propósito de ejercer un control absoluto sobre la población.
Este informe abre la puerta a nuevas exigencias de transparencia y podría marcar un antes y un después en la percepción global sobre la pandemia y la gestión gubernamental de crisis sanitarias.